¿En qué piensas mientras haces el amor?

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El otro día conversaba con una amiga sobre los pensamientos aguafiestas que aparecen en momentos de gran alegría. Coincidimos que, en general, son una forma de boicot aprendido: no nos damos permiso de disfrutar el presente porque durante años recibimos una educación llena de culpas y censura. Los pensamientos que interrumpen un encuentro sexual no son la excepción. Además de ser un indicador de que algo no se ha resuelto con la pareja, nos hablan de la relación que tenemos con nuestro propio cuerpo. He aquí algunos ejemplos.
 
¿Notará la celulitis? Si hay algo que nos desconecta de la experiencia sexual son los complejos físicos. Un gesto, una mirada, una caricia a destiempo y empezamos a imaginar lo que él estará pensando de nuestro cuerpo: “¿Habrá notado la celulitis?”, y luego viene el castigo: “Tengo que dejar de tomar café”. La generalidad dice que los hombres, cuando realmente te quieren y te desean, no se fijan en esos detalles. En cambio, sí notan cuándo aparece la actitud aguafiestas porque la magia del encuentro se esfuma. Hay que dejarse llevar y olvidarse de todas esas ideas torturadoras que nos han metido en la cabeza para tenernos ansiosas y frustradas. Los hombres amorosos adoran a una mujer que se siente feliz con su cuerpo.

Que se apure, tengo mil cosas que hacer. Esta es una de las desconexiones más comunes que hay, y no por ello deberíamos considerarla como algo “normal”. A mí me parece muy triste, es como vivir desterrada del propio cuerpo, como si no fuésemos dueñas de nuestro deseo. ¿Por qué no nos permitimos entregarnos a un momento amoroso? Quizás en el fondo no queremos participar del encuentro sexual, pero no somos capaces de decir NO y cedemos a los deseos del otro. Muchas mujeres lo hacen para saldar deudas por adelantado, para que él no se enoje, para que él no piense que ya no lo quiero, para que él vea que además de ser una excelente ama de casa, todavía tengo energía para el sexo, para que él y él y él… ¿De quién es el cuerpo, por qué tantas exigencias, por qué ceder si no tenemos ganas? Pienso que si pidiéramos ayuda y si ellos fueran más solidarios, los pensamientos de fuga desaparecerían y la relación sería más placentera.

Brad Pitt, George Clooney, el guapo de la oficina… Muchas chicas se sienten culpables de pensar en hombres ideales mientras tienen sexo. Sin embargo, tener estas fantasías no equivale a ser infieles, al contrario, pueden funcionar como un combustible para la energía sexual, estimulan el deseo, incluso lo prolongan. Hay mujeres que aseguran que estas imágenes secretas de inspiración hacen que el encuentro dure más y sea más interesante. Y sus parejas también lo agradecen.

¿Seré mejor que su ex? Se habla de que los hombres sienten ansiedad durante los primeros encuentros con una pareja, pero a las mujeres también les ocurre. Usualmente aparece como una comparación con la ex. Este pensamiento aguafiestas puede tener varios orígenes. Tal vez el fantasma de esa chica aún no se esfuma, tal vez él mencionó un detalle —aparentemente sin importancia— y nosotras lo proyectamos hasta el infinito y más allá. Sea como sea, hacernos ese tipo de preguntas arruina el encuentro. Sólo hay una cosa peor que competir, y es hacerlo contra un fantasma. Hagamos una ecuación en presente simple: él no está con ella, está contigo.

Shh! No hay que despertar a los niños. Pensamiento matapasiones instantáneo: la puerta de la habitación de los niños se abre y unos pasitos se acercan por el corredor. ¡Toc, toc! Sin lugar a dudas, la llegada de los hijos a la familia transforma la vida sexual; las sesiones se hacen más espaciadas, más cortas y menos osadas. Muchos optan por contratar una nana e irse a un motel. Otros le ponen un buen seguro a la puerta y suben el volumen de la televisión. Finalmente, hay quienes disfrutan la tensión pues consideran que el temor de despertar a los niños es una inyección de adrenalina.

¿Disfrutará como al principio? Este pensamiento no viene por casualidad. Hay algún indicio, una actitud en ambos que da lugar a este cuestionamiento, sobre todo en las parejas que llevan muchos años juntas o que han pasado por una crisis conyugal profunda. Preguntarnos por el placer del otro es una buena señal de que todavía hay amor, cariño, compromiso. No hay que temer al cambio, conforme pasa la vida también nuestra manera de experimentar el deseo se modifica: la pasión, las emociones, los estímulos, las sensaciones se conectan de manera distinta. Si no son cómplices en el descubrimiento de nuevos placeres, nunca es tarde para descubrirlo.

Mi placer es fundamental. Conectarse con las sensaciones y las emociones, desplegar el deseo, moverse con libertad no es egoísmo, al contrario, es un regalo. Es necesario cambiar el viejo programa de “abnegada hasta en la cama”, en el que la mujer ha sido educada para pensar primero en los demás y sólo al final en sí misma. Es hora de tomarnos el tiempo y darnos la oportunidad de sentir placer incluso antes de las primeras caricias. Entregarnos a la experiencia hace que volvamos a conectarnos con lo que somos, no con lo que los demás esperan que seamos.

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